
Consciente del tiempo y dedicación que le absorbe la vicepresidencia de la comunidad, Enrique decide abandonar el cargo para centrarse en su vida privada.

Poco después, conoce a una mujer extraordinaria con un único inconveniente: su pertenencia a una oscura y extraña secta.
Preocupada por la crisis que se cierne sobre su matrimonio, Berta comienza a sospechar que su marido mantiene una relación sentimental con Judith, la atractiva psicóloga del complejo residencial. La esposa del mayorista de pescado congelado decide compartir sus inquietudes conyugales con el padre Alejandro, su atractivo confesor.

Ante la proximidad de su intervención como tertuliana en un programa de televisión, Judith decide perder peso sometiéndose a una dieta de emergencia a base de unas anfetaminas que le vende Maxi.
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